Bienvenido a mi blog

¡Hola bloggers! Soy una chica normal la cual a creado este blog para enseñaros mis novelas. Quiero enseñaros mis creaciones porque soy una amante de los libros, me hacen volar y viajar hacia miles de historias y quiero intentar trasmitir esa pequeña felicidad a otros lectores.
Subiré mi primera novela llamada <>, la cual espero que os guste. En los comentarios podreis hacer criticas y opiniones libres. También hare encuestas en las que podeis participar anonimamente.

Despues de decir esto, quiero añadir que me encantaria cumplir mi sueño de conseguir escribir un libro el cual pueda ser publicado, y me encantaria conseguirlo gracias a vuestro apoyo. Para ello necesito vuestra sincera opinión sobre lo que escribo, porque odio que me digan que algo esta bien si no es así.

Gracias por visitar mi blog.

lunes, 30 de septiembre de 2013

*Luciérnagas de la noche*_Capitulo 2


Henry les abrió una puerta trasera al edificio. Al entrar Helen sintió un escalofrío. Hacía frío y era un lugar húmedo. Decorado con grandes sillones de estampados florales que rodeaban una pequeña mesa de té.  En la pared se situaba una chimenea de piedra y sobre la repisa de mármol  había  colocados trofeos de caza y viejos recuerdos. Había muebles de roble elegantes con velas de color blanco en varios de ellos. Era un lugar acogedor en comparación con lo que había visto antes. Podría bastar para sentirse cómoda, pensó al contemplar aquello. Tom ayudó al camarero a encender la chimenea. Helen se quitó el sombrero y lo apoyó sobre su regazo. Tom  se lo regalo cuando resolvieron el caso Court Road. A Helen le encantaba aquel sombrero verde, era sencillo y lleno de buenos momentos.
-¿Quieren un poco de té?-propuso Henry educadamente.
Thomas contestó por los dos y el camarero se adentró a lo que parecía ser la cocina. Helen se intentó acomodar lo más correctamente posible en aquel duro sillón de tela, pero el corsé se lo impedía. Cuando por fin logró acomodarse se quedó mirando hacia el fuego de la chimenea. Contemplando las acogedoras llamaradas que ondeaban como las olas del mar y acunaba la habitación con el crujir de la madera al romperse.
-¿En qué piensa señorita Brown?-le preguntó Thomas-Hoy está muy rara.
La chica pestañeó y se giró hacia él con los ojos entrecerrados.
-Thomas Collins cuantas veces te he dicho que me llames inspectora y no señorita-le preguntó.
-Los cuatro años que llevamos investigando juntos, inspectora.
Helen entreabrió la boca para responderle pero se abrió la puerta de la cocina y entró Henry con una bandeja en la mano. La colocó encima de la mesa que tenían delante. Helen cogió una taza blanca decorada con unas pequeñas flores celestes y vertió en  ella leche y dos cucharitas de miel. Pego un sorbo y comprobó que era dulce como a ella le gustaba. Igual que el que su abuela Emily le enseño a hacer cuando ella era pequeña. Sintió un nudo en la garganta. Hace una semana que murió, y con su muerte se fue la única familia que le quedaba. Apoyó la taza sobre un platito de porcelana que llevaba en su mano izquierda y se liberó de esos dolorosos recuerdos.
-Bien señor Turnen, perdón, Henry.-se corrigió al momento- Tenemos varias preguntas en las cuales podría sernos de gran ayuda.
-Lo que quiere decir viejo amigo es que debe decirnos todo lo que sabe de Emma Smith.
-No conozco a ninguna Emma Smith.
La inspectora lo miró seriamente y descubrió que había algo en su mirada que lo delataba. ¿Qué podría ocultarnos, que no debía decir?
-¿Nos está ocultando algo, Henry?- preguntó con paciencia.
 -¡No!-dijo pero la voz le fallaba. La taza temblaba entre sus gruesas manos, la apoyó en la mesa cautelosamente para que no cayera al suelo. Helen se preocupó, ¿que le daba tanto temor a contar a este hombre?
-Henry- dijo Tom dulcemente- Por favor dinos todo lo que sabe sobre esa muchacha. Fue asesinada el 8 de abril, hace cuatro días exactamente. Tan solo necesitamos información para hacer justicia a su muerte.
-Henry, si  nos miente no le servirá de nada.-aclaró la chica resumiendo.
El camarero se puso la mano en el cuello y mirá a la pareja con ojos nerviosos.
-¿Que quieren que les diga?
-Todo lo que sepa sobre ella.
El camarero miró a su alrededor y empezó a relatar todo lo que conocía.
-La señorita Smith era una bruja traída desde el infierno. Eso es lo que se rumoreaba en Wastdhon Street. Decían que invocaba demonios traídos desde el mismo submundo. Magia negra.- este escupió las últimas palabras- Se merecía morir, puso en peligro a Londres con sus estúpidos conjuros.
-Nadie merece morir, por terrible que sea su pecado.
-Pues quien la mato debía tener alguna razón para hacerlo.
La chica notó que Thomas se tensaba mientras tocaba el pergamino de su bolsillo.
-¿Tenia familia?
-Si lo que se dice es cierto, tiene una hermana. Vive en una ciénaga en la profundidad del bosque, el lugar lo marcan dos árboles torcidos.- dijo con voz fría- Malditas brujas…frías y letales-mascullo.
Todo esto sonaba a cuento de niños. Ciénagas en el bosque, por favor que disparate. Helen no creía ni en brujas, ni en nada que tuviera relación con ellas.  << ¿Brujas? eso son cuentos de hadas-pensó convencida. >>
-¿Sabe algo sobre este pergamino?- preguntó Thomas lanzándolo a la mesita. Una mueca de horror se apoderó del rostro del hombre.
-Por el diablo, apartaros. Apartar eso de mi-gritó como un loco- ¿De dónde habéis sacado eso?
Los dos compañeros  se sobresaltaron ante el comportamiento extraño de Henry.
-Pero que…-susurro Tom.
-Habéis  traído la maldición con vosotros, insensatos…
-Helen…-la llamo en un murmuro.
-Sh-le tapó la boca a Thomas sin ni siquiera mirarle lo único que necesitaba en esos momentos era saber a qué se enfrentaban.
-Ese conjuro es indestructible, esta forjado con la sangre del demonio Shatless.  Ni el mismo fuego puede quemar ese papel.
-Pues comprobémoslo.
Cogió el papel y vaciló antes de arrojarlo al fuego. Ojalá Henry no se confunda y no devoren las llamas la única prueba que tenemos, pensó preocupa, ya que ella no creía en esas historias.
Los ojos de Henry la miraban con horror, sus marrones y oscuros ojos le hacían sentirse como si estuviera loca. Miró a Thomas en busca de apoyo pero este estaba mirando fijamente al fuego. Su rostro estaba pálido como el papel lo que le daba un color más oscuro a su negro pelo. En sus ojos grises se veían reflejadas las ascuas, como si fueran pequeñas olas anaranjadas en un atardecer a la orilla del Támesis.  Helen se volvió ¿qué podía haber puesto tan blanco a Thomas? Entonces lo vio, el fuego se había teñido de  un color verde azulado. Como algas ardientes se movían aquellas extrañas llamas.  El pergamino estaba al rojo vivo, como el metal candente de los herreros. La inspectora se quedó con la boca abierta y pestañeo unas cuantas veces antes de asimilar que lo que ocurría delante de ellos en ese mismo momento, era cierto. <<Pero si es imposible-pensó desconcertada- la magia no existe>> Se arrodilló ante el fuego, no trasmitía calor. Era como si se hubiera vuelto frío como la nieve. Eso era de locos, todo el mundo sabe que esto no es posible, subrealista e imposible.
-Thomas-dijo firme,  pero el chico no le respondió, seguía mirando al frente-¿Thomas?
Su mirada era vacía, no pestañeaba. Era como si lo hubieran paralizado. Se volvió hacia Henry y este también la miraba con ojos vacíos.  Parecían haber visto un fantasma. Helen no estaba para dramatismos, ni mucho menos. A sí que se desprendió de su guante derecho dejando así su mano desnuda al descubierto. Cogió el guante y golpeó con fuerza  la cara de Thomas haciendo que resonara un sonido seco.
-¡Ay!-se llevó la mano a la cara y la miró desconcertado-Pero qué demonios te…
-Cállese Collins-le interrumpió firme-Deberías darme las gracias, te e liberado de una especie de trance extraño.
Señaló con el brazo a Henry que seguía mirando hacia delante, inmóvil, como si no hubiera un mañana.
-Ve a lo que me refería.
Cogió de nuevo el guante y cuando fue a abofetear a Henry  Tom le agarró del brazo.
-¿Crees que le sentará bien que lo abofeteen con un guante?
-Lo que creo es que debe estar consciente cuando le interroguemos. O piensas estar aquí sentado mientras el mira vete a saber dónde.
Helen se liberó de su brazo y se dispuso a darle en la cara pero antes de golpear su mejilla este levantó un brazo y agarró con fuerza su muñeca. La chica soltó un pequeño grito e intento liberarse, pero le agarraba muy fuerte, tan fuerte hasta el punto en el que empezó a dolerle. El rostro de Henry se volvió hacia la muchacha. Helen pudo ver que sus ojos marrones se habían cambiado por completo en un negro azabache. Su piel había quedado tan pálida que llego a un tono casi azulado.
-¡Cuidado inspectora! Algo terrible se avecina, en el próximo eclipse. ¡Cuidado!-le apretó más la muñeca-Ocurrirá muy pronto.
-¿Qué, que pasará?
-Cuando los mundos choquen, la profecía se cumplirá.
Henry se volvió hacia la puerta y abrió más los ojos.
-Están aquí, han venido. Ellos han venido en busca del Shatyud.
-¿Qué es el Shatyud? ¡Reacciona! -Helen le abofeteo la cara y se hizo daño en la mano.- ¿Quiénes están aquí?-dijo perdiendo la paciencia y ajitando la mano dolorida.
-Es inútil-dijo una voz de detrás suyo- no nos va a contestar.
Helen soltó una maldición mientras se desprendía de la fuerte mano de Henry. Le había dejado la marca de los dedos el muy bruto.
-Coge el pergamino-le ordenó a Tom.
-¿Qué? Ni lo sueñes esa cosa esta maldita.
-Tu hazlo-ladró enfadada lo que hizo que el chico fuera corriendo hacia la chimenea.
Henry seguía gritando lo mismo una y otra vez mientas ella lo miraba horrorizada. Sintió una punzada y una mueca de lastima.
-¿Crees que volverá a ser el mismo?-preguntó preocupada.
-Después del bofetón que le has dado seguramente se haya quedado tonto para siempre.
-Thomas lo digo en serio.
Se giró hacia él mientras recogía el guante del suelo. Thomas estaba cogiendo temeroso el papel, no sabía que ocurriría si lo tocaba o se acercaba a él.
-No lo sé Helen, no estoy seguro de que va toda esta sanda de historias.
Esta fue hacia él y metió la mano desnuda en el fuego agarrando el papel con el puño.
-¿Helen te has vuelto loca?
-Sh…no quema-susurró tranquilizándole-esta frío.
Levantó el papel y lo dejo en el suelo. Había unas palabras rojizas escritas en los laterales. Helen juraba que antes no estaban ahí.
-¡ESTAN AQUÍ!-gritó de repente Henry. Y antes de que los dos jóvenes se dieran la vuelta la puerta cayó de golpe con un gran estruendo.
Thomas y ella se levantaron a la vez. Una nube de polvo y yeso flotaba en el aire. Helen entrecerró los ojos y contempló unas figuras humanas. Thomas ya tenía la mano bajo el chaleco listo para  desenfundar su pistola. Ella esperaba no tener que utilizar la suya, matar no era lo que se dice agradable. Un silbido  pasó a unos milímetros de su oreja. Se dio la vuelta y vio una flecha clavada en la manzana de un cuadro.
-¿Flechas? Qué clase de…
Otro silbido interrumpió la frase de Tom. Los dos compañeros instintivamente se tiraron al suelo. La flecha se clavó donde antes debía de estar el pecho de Thomas. Otro silbido. Helen rodo hasta un sofá y la flecha se le clavo en un lateral del vestido. La joven arranco  la flecha y contemplo el agujero que tenía su vestido verde. Soltó una maldición, cogió la pistola y la apoyó contra el suelo mientras comprobaba si la nube se había dispersado. Un disparo rompió un jarrón de porcelana blanca a pocos centímetros de Henry.
-¡Henry!-gritó, se había olvidado completamente de él- Tom hay que salir de aquí.
Helen se levantó y una bala atravesó su sombrero. Empezó a correr hacia el camarero. Otro balazo. Esta vez se clavó por donde ella había pasado. El corazón le latía a mil por hora, esa bala podría haberle dado de lleno en la cabeza. Otro silbido, una flecha rozo su mejilla. Se tiró al suelo y rodo hasta donde estaba Henry. La muchacha le agito bruscamente por los hombros y esté pestañeo, haciendo que sus ojos volvieran a su color marrón apagado de siempre.
-Gracias a Dios.
-Que ha pasado…
Una bala rompe una taza de porcelana y miles de trozos caen al suelo.
-Mi porcelana-dijo enfadado.
-No tenemos tiempo de salvar tu porcelana, Henry hay que salir de aquí.
-Por esa puerta podemos salir a la taberna-señaló una puerta de madera con un pomo con tres serpientes entrelazadas.
-Solo hay un problema.
-¿Cuál?-gritó horrorizada.
-Hay diez llaves y no sé cuál es la buena.
- Lo que nos faltaba-resoplo-no tenemos toda la noche Henry.
Otro silbido. Se tiró al suelo y Henry con ella. Un grito de dolor sonó en la estancia. Un grito familiar, que has oído antes o simplemente reconoces esa voz que ha estado a tu lado cuatro años de tu vida. Le recorrió un escalofrío y noto que las rodillas le temblaban.
 -¡Thomas!-gritó y sintió que su voz se quebraba.